La
Hacienda de Andabamba
En la mañana, cuando el sol levanta su vuelo por el cristalino cielo
azul, en el campo a paso lento se desplazan dos caballeros montados en
su caballo, el jinete que lleva la delantera de sombrero de paja a la
pedrada con traje dril azulino, calza unas recias botas con relucientes
espuelas de plata, se trataba del Capitán Luis Quesada de Velásquez,
dueño de la casa hacienda a su costado le acompaña el Capataz Don
Andrés de Rivera en la supervisión de los campos de cultivo de la casa
hacienda de Andabamba después de algunas horas en las zonas de
plantaciones y las otras áreas de cosecha de la caña pasó a revisar
el molino, allí se encontraba el negro José y otros negros en la
destilación del cañazo, entraron Los dos caballeros a beber algunos
vichis de aguardiente y antes que se le ordene el negro José salió a
saludarlo. |
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- Buen día mi patroncito preguntó ¿se le ofrece mi servicio?
- Respondió el Capitán - Si José.
- Tráeme una botella y dos vichas para probar lo calidad del cañazo
que tenemos.
- José contestó - si mi patrón.
- Corrió al depósito donde se encontraba listo para su exportación
hacia la capital, la trajo y se pusieron a beber.
- Esto sí es calidad - dijo el capitán.
¡Haa! Respondió su capataz; es muy buena, pero los ojos del
capitán reflejaba tristeza por su esposa y extrañó su menor hijo Juan
que se encontraba en la capital.
Tomaron algunos cañazos pero como estos se encontraban muy fuertes,
luego salieron y se fueron a descansar.
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